¿En quién te transformas
en la época navideña?
© Laura Fierro Evans
16 dic 2015
Estamos todo el año tomando talleres de desarrollo personal, de meditación, de liberación del potencial y
de coaching. Todo va muy bien hasta que llega diciembre. Nada más iniciar el
mes, algo pasa en el
ambiente. Con salir a la calle y sentir
la agresividad de los conductores y la voracidad de las compras, es suficiente
para saberlo. Se acerca la Navidad.
Si eres de esos que se transforman en
la peor versión de sí mismos, revisa si dentro de ti “algo” te sucede, como si
se activara una vocecita que te empieza a martillar el “tengo que…” y con el
“tengo que…” te entra la culpa por lo que no hiciste, enojo por lo que no te
atreves a decir y ahora “tienes que” demostrar sin estar necesariamente
convencido.
Puede también ser una voz en rebeldía
diciendo: “¿A cuentas de qué ahora “tengo que” compartir fiesta con éste o ésta que tan
mal me han tratado en el año? La lucha entre la obligatoriedad social, la
hipocresía y el auténtico deseo de mostrar un amor que quedó por allá oculto
bajo los roces cotidianos se hace dolorosamente patente.
Bienvenido, conflicto interno. Tardará
tal vez semanas en disolverse… hasta el siguiente año, si es que no tuvo
consecuencias irreparables en tu relación con otros.
Pregúntate si lo que sucede es que después
de un año de evadir, darle la vuelta y andar muy ocupados, no te queda de otra
más que sentarte con tu pareja a generar acuerdos como: ¿Con quién pasaremos la Navidad? ¿Qué regalos vamos a dar?
Los conflictos siempre suceden en un lugar
concreto. En muchos casos son lucha por el territorio y el poder derivado de
éste. Los conflictos también suceden siempre en un tiempo y hora específicos.
Si revisas tus conflictos decembrinos… ¿En qué lugar suceden? ¿En la cocina, en el
auto, camino a casa de tus suegros? Y se dan ¿por la mañana, a la hora de la
comida o a qué hora? ¿Cómo acaban resolviéndose? ¿Gana alguno y pierden todos?
¿Encuentran formas saludables de resolverlos y esas formas fortalecen la
relación o la van quebrando año con año?
La buena noticia es que puedes ocupar
esta época para sanar y reconciliarte con esas voces internas tuyas que tal vez
están saliendo ahora como cada año en el mes de diciembre. Súbete a la copa del
árbol. Mira la escena allá abajo como si trajeras una cámara de video. Si
fueras el director de la película ¿Qué cuento de Navidad te quieres contar?
Para saber la trama, necesitas primero
reconocer el final. ¿Cómo quieres que acabe la historia? Dicho en otras
palabras, ¿cuál es tu objetivo? ¿Cómo describes el escenario del final de tu
cuento de Navidad 2015? ¿Y la de la Navidad del 2035?
Lo demás surge fácilmente. ¿Quiénes son
los actores principales y los secundarios? ¿Cómo te relacionas con cada uno? Y
lo más importante ¿quién eres tú en esa historia? ¿qué te define, qué te gusta,
qué te caracteriza, cómo te sientes contigo mismo y qué valores guían tus
acciones?
Teniendo eso presente, ve y elige de la
ropa que hay en tu armario la que más te ayuda a identificarte con ese
personaje de tu cuento. Póntela. Ensáyalo. Vívelo. Nada pierdes.
Si vuelves a caer en el conflicto,
regresa de nuevo al árbol y obsérvate. ¿Qué te hizo falta en el plan original?
¿Qué necesita soltar y despedir ese personaje? ¿Y a qué le quieres dar la
bienvenida?
Desde el árbol, haciendo distancia y
respirando tranquilo, piensa en la sabiduría china que hace más de tres mil
años dijo que: “Cuando una persona conoce el propósito de su vida, todas las
cosas se equilibran y se aclaran”.
Felicidades, director, por la película
que estás a punto de filmar.
©2015 Laura Fierro Evans
@laufierroe
Publicar un comentario