“Me mandaron al coach:”
¿Oportunidad o amenaza?
© Laura Fierro Evans
Da clic en la liga si quieres ver la entrevista de radio en Youtube:
(Da clic de todas formas, aquí abajo hay un Link fantasma)
https://youtu.be/pQVnyXM2zQs
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El que te manden al coach no es cosa menor en estos tiempos,
sin importar si quien te envía es tu jefe, el de Recursos Humanos, el CEO o tu
mujer. La noticia cae casi siempre como bomba.
Todo
depende de cómo lo vives para saber cual voz interior se apodere de ti y sea
quien tenga el primer encuentro con tu coach. Ya dependerá de la capacidad y
competencia del coach cómo contactar con otros personajes que también te habitan
o si será alguien que salga despavorido creyendo que le tocó un cliente “no
coacheable”. Pero esa, la del coach huyendo, es otra historia…
Centrémonos en las posibles voces que emergen ante la
noticia y se apoderan del nuevo cliente de coaching.
El apanicado: S.O.S.
Este cliente tiene ya tiempo
pensando si dejar la empresa o esperar a que lo despidan, y mientras tanto, no
hace nada. Así que cuando lo mandan al coach “sabe” en el fondo que es el
ultimátum. Supone que el coach lo ayudará a terminar de salir y soltar los
lazos que le unen a la empresa. Entra al proceso en estado de “guerra de
guerrillas” o “todo o nada”. Su pregunta clave es:
El rebelde sin causa:
“Yo contra el mundo”
Este cliente o clienta se conecta
con el Rebelde sin Causa que lleva dentro y se dispone a demostrar a
todos que nadie puede con él. Que ni el más calificado de los coaches logrará
moverlo de donde está, pues él está bien y los demás son los que están mal.
Saca toda su combatividad, su armamento y sus guerreros defensores. Le hará la
vida imposible al coach y a cualquiera que se le acerque.
“El Sospechosista”
El sospechosista tiene esta
creencia maestra en su mente: "piensa
mal y acertarás". Se pregunta,
por ejemplo, ¿Cómo y para qué justo ahora y no antes ni después es que lo
mandan al coach? Piensa que con toda seguridad el jefe lo manda para que el
coach le cuente todo lo que oculta. Y su voz sospechosista por
supuesto inventará historias para hacer humo y “engañar al
enemigo”.
El complaciente: Una
carga más
Este cliente dice que sí, agacha la
cabeza, acepta su destino, pero en realidad está bastante harto de que cada día
le pidan y le exijan más cosas sin saber ni para qué sirven. Pero las cumple
con fastidio, deseando que al menos le dé alguna herramienta útil para su
trabajo. Es alguien que potencialmente puede sacar mucho provecho del proceso,
pero al recibir la noticia lo único que hace es respirar profundo y pensar “¡una cosa más y reviento!”
El inconsciente: ¿Yo?
¡Si yo estoy bien!
Este cliente pasa por la vida como
en su propio sueño sobre sí mismo y no se percata de los efectos de su conducta
en otros. Da resultados sin darse cuenta a qué costo, considera ser el mejor
líder, leal a la organización y casi santo que venerar.
Además, este cliente se
siente por encima de todos y dice que a mí nadie me impone y menos tú… Así que
hará todo lo que puede para demostrar su poder, como por ejemplo aplazar y
cancelar sesiones cinco minutos antes y hasta que se le da la gana. Batea a 10
coaches en un año porque ninguno es suficientemente bueno y con eso se libra de
la amenaza que implica vérselas con un coach!
El mártir: “Te lo dije:
No sirves para nada”
Este cliente es
víctima de su crítico interno que hace muchos años fue la voz de alguno de sus
padres machacándole en la mente “te lo dije, si eres un inútil, no sirves para
nada..:” Así que con la noticia empieza a sufrir aún más, deja de dormir, se
siente culpable por lo que no sabe si hizo o dejó de hacer, le dan ataques de
ansiedad y muere del terror ante la idea de estar solo ante un coach y que éste
descubra que es un impostor y en el fondo es, en efecto, un inútil.
“El peor es nada”
Este cliente esperaba en realidad
un ascenso, o que lo enviara la empresa a Nueva York; que quería que su pareja
la invitara a un vaje exótico y nada. Le ofrecen el coaching y tiene de dos
sopas: tomarlo o no tomar nada. Así que lo recibe como premio de consolación.
Acepta con una resignación espartana y toma estoicamente lo que se le ofrece.
En muchas ocasiones termina, después de un tiempo, con la certeza de que el que
ríe al último ríe mejor.
“El Tesoro oculto de
Tutankamón”
Te lo puedes
imaginar. Más silencioso que el propio sarcófago. De su boca no sale
palabra, ni para bien ni para mal. Así que cuando lo mandan con el coach, nadie
sabe lo que pasa por su mente, ya que sigue ocultando el tesoro del Faraón.
Pero las preguntas que no se responden con sí y no, lo obligan a darse cuenta
de que a veces, con cuidado y moderación, abrir la boca para mostrar lo que
oculta puede hacer al tesoro aún más valioso.
El Damnificado:
“¡Aleluya! Mi salvación!”
Este cliente
por lo regular es de sexo femenino. Se encuentra en una encrucijada y conflicto
interno tremendo por lo que recibe con alegría y con los brazos abiertos el
proceso, sólo que lo quiere usar como sustituto de la terapia que no ha tomado
en toda su vida y comienza a escupirle al coach toda su historia como
metralleta…
El niño abandonado
Este cliente se siente sistemáticamente abandonado por todos. Ahora por
sus jefes, que esperan que además de pagarle como gerente ¡tome decisiones por
sí solo! Qué desatino, sobre todo cuando no le dan seguimiento y creen y asumen
que es un adulto responsable. Así que la oferta de llevar un proceso de
coaching es vista como un alivio pues por fin “¡alguien
me va a decir qué hacer y cómo hacerle!” ©
2015 Laura Fierro Evans. El Pueblito, Qro, Mex, 24 nov. 2015
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