La toma de
decisiones de un samurái
Laura Fierro Evans
“En
palabras de los ancestros, uno debiera de tomar sus decisiones en el lapso de
siete respiraciones.
Si
consideras algo demasiado, lo echarás a perder. Y en menos tiempo, lo echarás a
perder también.”
Matsura
Takanobu (1529-1599)
Un caso
extremo de parálisis ante la toma de decisiones es la de un hombre que tardó
casi diez años en evaluar si compraba o no una computadora, pues siempre era
posible que saliera una más nueva y actualizada el mes siguiente. Se informaba
de todos los avances de la tecnología para ser capaz de elegir la mejor. En
esos años, su vida se fue perfilando al margen de la informática, hasta que
quedó por completo desconectado e incomunicado.
Pero no es
único en esto. También conozco una mujer que a sus 42 me confesó que en toda su
vida no había tomado ella una sola decisión importante. Siempre dejó que otros
lo hicieran, y ella, complaciente, les obedeció. Así su madre eligió la carrera
y el novio adecuado para casarse. El novio decidió cómo, cuándo y dónde casarse
y cuándo tener hijos. Al marido le delegó las decisiones de las escuelas, el
perro y el manejo de las finanzas. Un profesor de la universidad la recomendó
en la empresa en que trabaja desde que se graduó y hasta la señora que le hace
la limpieza en casa es producto de la selección hecha por su hermana. Así que
el día en que la directora del área la envió a un proceso de coaching para
mejorar sus habilidades de toma de decisiones, a la mujer casi le da un ataque.
Porque le hablaban en chino. Sentía que le pedían peras al olmo.
¿Cuál
había sido su estrategia para sobrevivir en las batallas organizacionales sin
tomar decisiones? Muy fácil. “Yo prefiero que otros carguen con las decisiones.”
Y añadió algo aún más contundente: “Yo no sirvo para eso. A mí que me digan qué
hacer para cuándo y listo, lo hago.”
¿Sorprendido?
La verdad es que esto sucede más frecuentemente de lo que pensamos quienes sí
estamos todo el tiempo tomando decisiones. Seguramente cargamos con varias
personas así sin siquiera percatarnos.
Nabeshima Naoshige
(1537-1619), un guerrero samurái dijo en su tiempo: “Cuando uno se lanza de
manera displicente y sin vigor, siete de diez ocasiones terminarán mal.
Un guerrero es alguien que toma decisiones con presteza.” Y para
tomar las decisiones con presteza, se necesitan: determinación, voluntad y
valor.
Pero que
tampoco se te pase. Porque tenemos el polo opuesto, que ocupan los que yo llamo
“guerreros vikingos” y de los que hablaré más en otra ocasión. Ahora contaré
sólo cómo la determinación al tomar decisiones sin el lapso de al menos siete
respiraciones puede traer su costo.
El
vikingo que traigo en mente era un europeo, director de una planta de
manufactura. Un día, después de la comida, dos compatriotas suyos se sintieron
mal y fueron a decirle a su oficina que la comida estaba contaminada. Sin más
información que esa, tomó el teléfono, llamó al encargado del comedor, mandó
cerrarlo y tirar toda la comida de los mil empleados, pues “estaba
contaminada”. No hubo poder que lo hiciera desistir y dio orden de enviar una
inspección sanitaria para garantizar la salud de todos. El hecho de que curiosamente
fueran los extranjeros quienes se pusieran mal con la comida en México no le
dio suficiente información para hacerse ni una sola pregunta. Que el resto de
la planta se quedara sin comer y no hubiera más casos de “intoxicación”,
tampoco. Este hombre evidentemente confundía sus impulsos con la verdad. Pero
sobre todo, tomaba decisiones impulsivas que costaban grandes cantidades de
dinero y de energía a la organización.
Dice
el libro de Hagakure: “Es verdaderamente difícil tomar decisiones en estado de
agitación. Por consiguiente, si uno se enfrenta a los problemas con la mente
afilada como una navaja, siempre se encuentra la solución en menos tiempo del
preciso para hacer siete respiraciones. Hay que considerar los problemas con
calma y determinación.”
Lo
anterior nos lleva a preguntar: ante la tormenta ¿en quién te conviertes?
El
Pueblito, Qro, México
27 octubre 2015
@laufierroe
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