Despierta tu curiosidad de aprender


Bajo las hojas
Laura Fierro Evans


Despierta tu curiosidad de aprender

Está claramente escrito en los Cuatro Libros y en los Cinco Clásicos,
que quien sea reacio a aprender será incapaz de gobernar.
Imagawa Ryoshun (1326 – 1420)

En mi vida me he topado pocas veces con gente que declare abiertamente que lo sabe todo y no tiene nada que aprender. Al menos a nivel de intención, la mayoría queremos creer que siempre aprendemos de los distintos eventos de nuestra vida y que el aprendizaje debe ser continuo.
Pero entonces ¿por qué caemos una y otra vez en el mismo tipo de problema, conflicto, error o trampa? Si el aprendizaje que hacemos los humanos comunes fuera significativo, ¿por qué entonces estamos enfrentando una y otra vez eso que nos desgasta más con cada nueva aparición?
De mis clientes de coaching escucho a menudo frases como: “mira, me considero paciente hasta cierto punto, pero después de que por décima ocasión la misma persona vuelve a caer en lo mismo, ya no puedo más que salirme de mis casillas”. Esto habla entonces de que ponen el límite de su paciencia en el número 10 de la cantidad de veces que repiten lo mismo y obtienen el mismo resultado, pero con el añadido de emociones cada vez más amplificadas.
¿Qué tendría que pasar en este caso para expandir su capacidad de aprender de su propia impaciencia?
La clave no es tener respuestas. La clave es qué tipo de preguntas hacer.
Por ejemplo: ¿Cuál es el “pensamiento maestro” que genera ese resultado? ¿Qué cree el gerente de sí mismo, qué juicios emite sobre el otro, pero sobre todo, qué cree que es posible en esa relación y lo conduce a hacer lo que hace y a dejar de hacer lo que no hace?
Preguntar es clave para encontrar lo que se oculta bajo la superficie de los problemas recurrentes, tanto a nivel personal como en las organizaciones. ¿Cómo despertar esa capacidad si la tenemos ya olvidada?
Primero hay que reconocerla y recordar su nombre. Se llama curiosidad. Todos nacemos con cierta dosis y es gracias a ella que absorbemos tanto en los primeros años de vida. Luego dejamos de ser curiosos para evitarnos problemas con los adultos que se sentían agredidos, cuestionados o impotentes cuando nuestras preguntas rebasaban sus límites.
Así que, si la clave para reconectarnos con nuestra capacidad de aprender son las preguntas, me permito plantear algunas, esperando movilizar algo por ahí.
  • ¿Cómo aprendes acerca de la realidad compleja de tu entorno?
  • ¿Qué tipo de soluciones acostumbras encontrar y que en poco tiempo se convierten en la causa de los nuevos problemas? Descubre el patrón de pensamiento que hay detrás.
  • ¿Qué frena tu aprendizaje y el aprendizaje en tu organización?
  • ¿Qué ganancia sacas tú y saca el sistema por no preguntar y por tanto, por no aprender y repetir las mismas historias una y otra vez?
  • ¿Cómo podrías empeorar las cosas?
Comparto algunas ideas que pueden servir de guía para hacer más preguntas.
“El samurái  aprende que en todo hay siempre más de lo que cree. En todo.” ¿Qué creencia tendrás que desafiar para que puedas ver ese juego más grande que se oculta tras esa situación que te inquieta?
El camino del guerrero conduce también al descubrimiento de que nada de lo que nos ocurre es negativo, pues aún el evento más doloroso lleva dentro un regalo que es importante descubrir. Y sólo quien está abierto y receptivo encuentra  el tesoro, logra llenar lo que parece vacío, y puede mirar aún sintiéndose ciego.
"Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro." (Sun Tzu).
¿Sabes, por cierto, ¿cuál pueda ser el día de hoy la pregunta que se encuentra oculta bajo tus decisiones?
El Pueblito, Qro, México
21 oct 2015


@laufierroe

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